Tres son las herramientas que nos llevan a la sabiduría: escuchar, reflexionar y meditar.
Primero, las enseñanzas tienen que escucharse ─o leerse─ repetidas veces. Poco a poco, ciertos pasajes del Dharma irán haciendo resonar en nuestro interior extraños acordes, como si fueran un goteo de datos que nos recuerdan lo que es nuestra auténtica naturaleza. De esa manera, ira despertando en nosotros la sensación de algo acogedor y asombrosamente familiar.
Pero escuchar ─o leer─ es un proceso más difícil de lo que la mayoría de las personas imagina. Escuchar es soltar toda la información, todos los conceptos, todos los prejuicios que nos llenan la cabeza.
Con todo ese bagaje de ideas preconcebidas, con todo ese cúmulo de conceptos que forman nuestros conocimientos, se construye el estorboso obstáculo que se alza entre nosotros y nuestra auténtica naturaleza. «Si tu mente está vacía ─dice Suzuki-roshi, maestro zen─ estará dispuesta a todo. En la mente del principiante hay muchas posibilidades; en la del experto, pocas».
Si escuchamos con mente de principiante; esto es, con mente abierta, silenciosa, vacía, liberada del clamor de los prejuicios, se crea la posibilidad de que la verdad de las enseñanzas penetre en nosotros con mayor claridad.
Sogyal Rimpoché – De «El Libro Tibetano de la Vida y de la Muerte»
Tres son las herramientas que nos llevan a la sabiduría: escuchar, reflexionar y meditar.
Primero, las enseñanzas tienen que escucharse ─o leerse─ repetidas veces. Poco a poco, ciertos pasajes del Dharma irán haciendo resonar en nuestro interior extraños acordes, como si fueran un goteo de datos que nos recuerdan lo que es nuestra auténtica naturaleza. De esa manera, ira despertando en nosotros la sensación de algo acogedor y asombrosamente familiar.
Pero escuchar ─o leer─ es un proceso más difícil de lo que la mayoría de las personas imagina. Escuchar es soltar toda la información, todos los conceptos, todos los prejuicios que nos llenan la cabeza.
Con todo ese bagaje de ideas preconcebidas, con todo ese cúmulo de conceptos que forman nuestros conocimientos, se construye el estorboso obstáculo que se alza entre nosotros y nuestra auténtica naturaleza. «Si tu mente está vacía ─dice Suzuki-roshi, maestro zen─ estará dispuesta a todo. En la mente del principiante hay muchas posibilidades; en la del experto, pocas».
Si escuchamos con mente de principiante; esto es, con mente abierta, silenciosa, vacía, liberada del clamor de los prejuicios, se crea la posibilidad de que la verdad de las enseñanzas penetre en nosotros con mayor claridad.
Sogyal Rimpoché – De «El Libro Tibetano de la Vida y de la Muerte»