Pronóstico, etiología, diagnóstico y prescripción son los términos que podrían utilizarse para designar a las Cuatro Nobles Verdades con las que el Buda echó a andar la Rueda del Dharma, si quisiéramos mencionarlas a la manera de los médicos.
La cuarta Noble Verdad, el camino, es lo que el médico del dharma nos prescribe para curarnos de esa incómoda enfermedad que los tibetanos llaman duhkha.
Pero este camino que nos conduce a la salud mental no es una carretera ya hecha, por la que tenemos que transitar; más bien, es una expedición o una exploración que tenemos que hacer avanzando por entre el caos samsárico.
Cuando se dice ″trillar el sendero″ no debe pensarse que nos hemos adentrado en un espacio que posee un esquema ya hecho, expresamente prefabricado para nosotros, en el que no se precisan iniciativas individuales.
Porque, al pisar realmente el camino, nos damos cuenta de que, lo que en verdad tenemos que hacer, es limpiar a fondo una jungla llena de obstáculos.
Si no tomamos en cuenta que somos nosotros quienes hemos de construir nuestro propio sendero, si empezamos el viaje creyendo que con sólo hacerlo las bendiciones descenderán sobre nosotros espontáneamente, no se producirá ningún desarrollo.
Este texto fue redactado con base en las ideas que
sobre el tema aparecen en el libro ″La verdad del sufrimiento″
de Chögyan Trungpa, Editorial Kairos.
Pronóstico, etiología, diagnóstico y prescripción son los términos que podrían utilizarse para designar a las Cuatro Nobles Verdades con las que el Buda echó a andar la Rueda del Dharma, si quisiéramos mencionarlas a la manera de los médicos.
La cuarta Noble Verdad, el camino, es lo que el médico del dharma nos prescribe para curarnos de esa incómoda enfermedad que los tibetanos llaman duhkha.
Pero este camino que nos conduce a la salud mental no es una carretera ya hecha, por la que tenemos que transitar; más bien, es una expedición o una exploración que tenemos que hacer avanzando por entre el caos samsárico.
Cuando se dice ″trillar el sendero″ no debe pensarse que nos hemos adentrado en un espacio que posee un esquema ya hecho, expresamente prefabricado para nosotros, en el que no se precisan iniciativas individuales.
Porque, al pisar realmente el camino, nos damos cuenta de que, lo que en verdad tenemos que hacer, es limpiar a fondo una jungla llena de obstáculos.
Si no tomamos en cuenta que somos nosotros quienes hemos de construir nuestro propio sendero, si empezamos el viaje creyendo que con sólo hacerlo las bendiciones descenderán sobre nosotros espontáneamente, no se producirá ningún desarrollo.
Este texto fue redactado con base en las ideas que
sobre el tema aparecen en el libro ″La verdad del sufrimiento″
de Chögyan Trungpa, Editorial Kairos.