Los seres iluminados siempre están listos para ayudarnos; y su ayuda nos llega a través de la presencia de nuestro maestro. El mismo Padmasambhava llegó a decir: «Nunca me alejo de los que tienen fe; pero tampoco lo hago de los que no la tienen». Entonces, si queremos recibir ayuda, todo lo que tenemos que hacer es pedirla.
Aquello de «pedid y se os dará; buscad y encontraréis; llamad y se os abrirá» es totalmente cierto. Sin embargo, una de las cosas que más se nos dificultan es pedir. Tengo la sensación de que algunos de nosotros apenas sí sabemos cómo hacerlo.
La arrogancia a veces, la pereza en otras, la distracción o la confusión nos ofuscan tanto, que descuidamos algo tan sencillo como pedir. Un alcohólico o un drogadicto comienzan a resolver su problema cuando reconocen que están enfermos y solicitan ayuda.
De una manera o de otra, todos somos adictos al samsara. El inicio del proceso de nuestro rescate se dará cuando reconozcamos nuestra adicción y pidamos ayuda. Pero, más que ninguna otra cosa, se necesitan fuertes dosis de humildad y de valentía, para que, desde el fondo de nuestro corazón, se exprese hacia los seres iluminados ─vía nuestro maestro─ el grito de ayuda que solicita purificación y curación; el clamor que pide capacidad para entender el sentido de nuestro sufrimiento y voluntad para transformarlo.
¡Es aquí donde se hace necesaria la práctica del Gurú-Yoga.
Sogyal Rimpoché
Los conceptos de este escrito fueron tomados de
″El libro tibetano de la vida y de la muerte″
Los seres iluminados siempre están listos para ayudarnos; y su ayuda nos llega a través de la presencia de nuestro maestro. El mismo Padmasambhava llegó a decir: «Nunca me alejo de los que tienen fe; pero tampoco lo hago de los que no la tienen». Entonces, si queremos recibir ayuda, todo lo que tenemos que hacer es pedirla.
Aquello de «pedid y se os dará; buscad y encontraréis; llamad y se os abrirá» es totalmente cierto. Sin embargo, una de las cosas que más se nos dificultan es pedir. Tengo la sensación de que algunos de nosotros apenas sí sabemos cómo hacerlo.
La arrogancia a veces, la pereza en otras, la distracción o la confusión nos ofuscan tanto, que descuidamos algo tan sencillo como pedir. Un alcohólico o un drogadicto comienzan a resolver su problema cuando reconocen que están enfermos y solicitan ayuda.
De una manera o de otra, todos somos adictos al samsara. El inicio del proceso de nuestro rescate se dará cuando reconozcamos nuestra adicción y pidamos ayuda. Pero, más que ninguna otra cosa, se necesitan fuertes dosis de humildad y de valentía, para que, desde el fondo de nuestro corazón, se exprese hacia los seres iluminados ─vía nuestro maestro─ el grito de ayuda que solicita purificación y curación; el clamor que pide capacidad para entender el sentido de nuestro sufrimiento y voluntad para transformarlo.
¡Es aquí donde se hace necesaria la práctica del Gurú-Yoga.
Sogyal Rimpoché
Los conceptos de este escrito fueron tomados de
″El libro tibetano de la vida y de la muerte″