Llegó aquel hombre a solicitar el puesto de marinero que, de acuerdo con el anuncio que se publicó en el periódico, estaba vacante. Cuando el encargado de las contrataciones lo entrevistó, llegó a una pregunta que se refería al padre del solicitante. Entonces, se suscitó el siguiente diálogo:
– ¿Vive o ha fallecido?
– Murió hace cinco años __contestó con la mayor tranquilidad del mundo.
– Disculpe la curiosidad, ¿podría decirme la causa?
– Fue en alta mar; durante una tempestad.
– Entonces – indagó el encargado consciente de que esas cuestiones no aparecían en el cuestionario – ¿su padre también era marino?
– ¡Sí! Y era muy experimentado.
– Oiga, y a pesar de eso, ¿solicita usted el puesto?
– ¡Por supuesto! Navegar mar adentro es uno de mis más caros anhelos.
– Disculpe – volvió a aventurarse con otra pregunta fuera del libreto -, y su abuelo, ¿vive?
– Tampoco vive ya. Perdí a ese viejo sabio diez años antes que a mi padre. ¡Era un anciano extraordinario!
– Y, ¿de qué murió? ¿Me lo puede decir?
– También perdió la vida en el mar; durante la guerra.
– Francamente… con esos antecedentes – se atrevió a comentar -, no sé cómo tiene valor para cubrir esta vacante. ¿No le da miedo trabajar en el mar?
– Su padre, ¿vive? – ahora fue el entrevistado quien preguntó.
– No – respondió el otro.
– ¿Y su abuelo?
– Ya falleció también.
– Y, ¿cuáles fueron las causas?
– Ambos murieron tranquilamente; cada quien en su lecho. Eran hombres de paz; muy hogareños.
– Oiga; y, con esos antecedentes, ¿no le da miedo dormir en su cama cada noche?
COMENTARIO: La verdad es que, hagas lo que hagas, tienes que morirte. Es, precisamente, lo frágil de la vida lo que la hace valiosa. No la puedes atesorar. Si lo haces, te puede pasar lo que con las paletas heladas: si no las disfrutas se te derriten.
¿Te inquieta la muerte? ¡Despreocúpate! Mejor ocúpate de la vida; y, mejor aún, ocúpate de tu vida. Total, tarde o temprano, no sabemos si más tarde o más temprano, la muerte te saldrá al paso.
Néstor Armstrong
Artículo muy modificado tomado de las Páginas Editoriales de El Norte.
Noviembre de 1999.
Llegó aquel hombre a solicitar el puesto de marinero que, de acuerdo con el anuncio que se publicó en el periódico, estaba vacante. Cuando el encargado de las contrataciones lo entrevistó, llegó a una pregunta que se refería al padre del solicitante. Entonces, se suscitó el siguiente diálogo:
– ¿Vive o ha fallecido?
– Murió hace cinco años __contestó con la mayor tranquilidad del mundo.
– Disculpe la curiosidad, ¿podría decirme la causa?
– Fue en alta mar; durante una tempestad.
– Entonces – indagó el encargado consciente de que esas cuestiones no aparecían en el cuestionario – ¿su padre también era marino?
– ¡Sí! Y era muy experimentado.
– Oiga, y a pesar de eso, ¿solicita usted el puesto?
– ¡Por supuesto! Navegar mar adentro es uno de mis más caros anhelos.
– Disculpe – volvió a aventurarse con otra pregunta fuera del libreto -, y su abuelo, ¿vive?
– Tampoco vive ya. Perdí a ese viejo sabio diez años antes que a mi padre. ¡Era un anciano extraordinario!
– Y, ¿de qué murió? ¿Me lo puede decir?
– También perdió la vida en el mar; durante la guerra.
– Francamente… con esos antecedentes – se atrevió a comentar -, no sé cómo tiene valor para cubrir esta vacante. ¿No le da miedo trabajar en el mar?
– Su padre, ¿vive? – ahora fue el entrevistado quien preguntó.
– No – respondió el otro.
– ¿Y su abuelo?
– Ya falleció también.
– Y, ¿cuáles fueron las causas?
– Ambos murieron tranquilamente; cada quien en su lecho. Eran hombres de paz; muy hogareños.
– Oiga; y, con esos antecedentes, ¿no le da miedo dormir en su cama cada noche?
COMENTARIO: La verdad es que, hagas lo que hagas, tienes que morirte. Es, precisamente, lo frágil de la vida lo que la hace valiosa. No la puedes atesorar. Si lo haces, te puede pasar lo que con las paletas heladas: si no las disfrutas se te derriten.
¿Te inquieta la muerte? ¡Despreocúpate! Mejor ocúpate de la vida; y, mejor aún, ocúpate de tu vida. Total, tarde o temprano, no sabemos si más tarde o más temprano, la muerte te saldrá al paso.
Néstor Armstrong
Artículo muy modificado tomado de las Páginas Editoriales de El Norte.
Noviembre de 1999.