Según el Diccionario de la Real Academia Española ambos términos tienen gran afinidad. Tanto a uno como al otro vocablo les da la acepción de ″cierto enternecimiento que se experimenta cuando observamos los males que aquejan a otros″.
Sin embargo, no es este el sentimiento al que se refiere el budismo cuando recomienda cultivar la compasión. Enternecerse ante el dolor de los demás, con todo lo positivo que esta emoción tiene, no es suficiente para alcanzar el alto valor espiritual que el Dharma le concede a esta práctica.
La piedad que los occidentales sentimos, a menudo se expresa de una manera un tanto ofensiva. Es frecuente escuchar el consabido grito de ″¡No me compadezcas!″ cuando uno de los interlocutores descubre cierto afán de poder o de superioridad expresado por quien se duele de él.
El budismo ha convertido este sentimiento en la actitud más representativa que debe identificar a quienes practican esta tradición espiritual. Sentir compasión por los demás va más allá de lo que se entiende por lástima, piedad, ternura, congoja o pena. Más bien, quiere decir que reconocemos sus desventuras como nuestras, que nos identificamos con ellos, que nos solidarizamos con sus cuitas, que sus pesares nos recuerdan los nuestros, que las causas que originan sus dolores también yacen en nuestro interior; en fin, que ─como decía Terencio, el gran dramaturgo romano de la antigüedad clásica─ ″soy un hombre y nada de lo humano me es ajeno″.
La verdadera compasión ─dice Sogyal Rinmpoche─ va acompañada de respeto y hasta de gratitud, porque los lloros ajenos son un regalo que nos da la vida como oportunidad para cultivar la compasión, que es un requisito ″sine qua non″ para acceder a la Iluminación.
En el Tíbet ─refiere Sogyal─ se piensa que el mendigo o la vieja enferma que hacen que se nos encoja el corazón de pesadumbre, pueden ser budas disfrazados que aparecen en nuestro camino para ayudarnos a desarrollar la compasión.
Estos textos fueron redactados con base en los comentarios que sobre el tema hace Sogyal Rinpoche en el libro ″Destellos de sabiduría″, Editorial Urano.
Según el Diccionario de la Real Academia Española ambos términos tienen gran afinidad. Tanto a uno como al otro vocablo les da la acepción de ″cierto enternecimiento que se experimenta cuando observamos los males que aquejan a otros″.
Sin embargo, no es este el sentimiento al que se refiere el budismo cuando recomienda cultivar la compasión. Enternecerse ante el dolor de los demás, con todo lo positivo que esta emoción tiene, no es suficiente para alcanzar el alto valor espiritual que el Dharma le concede a esta práctica.
La piedad que los occidentales sentimos, a menudo se expresa de una manera un tanto ofensiva. Es frecuente escuchar el consabido grito de ″¡No me compadezcas!″ cuando uno de los interlocutores descubre cierto afán de poder o de superioridad expresado por quien se duele de él.
El budismo ha convertido este sentimiento en la actitud más representativa que debe identificar a quienes practican esta tradición espiritual. Sentir compasión por los demás va más allá de lo que se entiende por lástima, piedad, ternura, congoja o pena. Más bien, quiere decir que reconocemos sus desventuras como nuestras, que nos identificamos con ellos, que nos solidarizamos con sus cuitas, que sus pesares nos recuerdan los nuestros, que las causas que originan sus dolores también yacen en nuestro interior; en fin, que ─como decía Terencio, el gran dramaturgo romano de la antigüedad clásica─ ″soy un hombre y nada de lo humano me es ajeno″.
La verdadera compasión ─dice Sogyal Rinmpoche─ va acompañada de respeto y hasta de gratitud, porque los lloros ajenos son un regalo que nos da la vida como oportunidad para cultivar la compasión, que es un requisito ″sine qua non″ para acceder a la Iluminación.
En el Tíbet ─refiere Sogyal─ se piensa que el mendigo o la vieja enferma que hacen que se nos encoja el corazón de pesadumbre, pueden ser budas disfrazados que aparecen en nuestro camino para ayudarnos a desarrollar la compasión.
Estos textos fueron redactados con base en los comentarios que sobre el tema hace Sogyal Rinpoche en el libro ″Destellos de sabiduría″, Editorial Urano.