La mente es un ente maravilloso. Sin embargo, si no nos ponemos listos, puede convertirse en nuestro propio enemigo y causarnos muchos trastornos.
¡Qué bueno que la mente fuera como una dentadura postiza! Nos la quitaríamos por las noches, al ir a dormir, y descansaríamos un poco de sus fatigosas travesuras.
Una mente sin procesar es tan inestable que, aunque el dharma despierte en nosotros positivas resonancias interiores, aunque las enseñanzas nos conmuevan más que ninguna otra cosa, seguimos manteniéndonos al margen, presas de una profunda e inexplicable sospecha.
Ya es tiempo de dejar de desconfiar. Si no dejamos de lado el recelo y la duda que, en teoría, deben protegernos, acabarán causándonos un daño mayor que aquel del que, se supone, nos resguardan.
Este texto fue redactado con base en las ideas que sobre el tema
aparecen en el libro ″Destellos de sabiduría″ de Sogyal Rinpoche,
Editorial Urano.
La mente es un ente maravilloso. Sin embargo, si no nos ponemos listos, puede convertirse en nuestro propio enemigo y causarnos muchos trastornos.
¡Qué bueno que la mente fuera como una dentadura postiza! Nos la quitaríamos por las noches, al ir a dormir, y descansaríamos un poco de sus fatigosas travesuras.
Una mente sin procesar es tan inestable que, aunque el dharma despierte en nosotros positivas resonancias interiores, aunque las enseñanzas nos conmuevan más que ninguna otra cosa, seguimos manteniéndonos al margen, presas de una profunda e inexplicable sospecha.
Ya es tiempo de dejar de desconfiar. Si no dejamos de lado el recelo y la duda que, en teoría, deben protegernos, acabarán causándonos un daño mayor que aquel del que, se supone, nos resguardan.
Este texto fue redactado con base en las ideas que sobre el tema
aparecen en el libro ″Destellos de sabiduría″ de Sogyal Rinpoche,
Editorial Urano.