Nuestros campos sensoriales perciben todo lo que hay a nuestro alrededor de una manera por demás inexacta. Todo lo vemos así, lo percibimos así, porque esa es la experiencia que hemos estado construyendo y solidificando durante toda nuestra vida.

Como esa manera de percibir y decodificar el mundo fenoménico la hemos estado practicando vida tras vida, hemos llegado a sembrar en nuestra mente el erróneo supuesto de que lo que nuestros sentidos perciben es objetivamente real.

Sin embargo, si le damos a nuestra mente el procesamiento adecuado, si logramos avanzar en el camino espiritual, si trabajamos con empeño en el deseo de percibir las cosas como son, empezaremos a remover ese denso estrato en el que se han ido acumulando quimeras y nociones fantasiosas. Entonces, todos esos equivocados conceptos que nos hemos formado, incluida la idea que tenemos de nosotros mismos, se irán disolviendo y purificando.

En adelante, se abrirá ante nosotros un campo de visión y de percepción enteramente nuevo al que podríamos calificar de ″celestial″. No exagera William Blake cuando afirma: ″Si las puertas de la percepción se limpiaran, todo aparecería como es: ¡infinito!″

Este texto fue redactado con base en las ideas que
sobre el tema aparecen en el libro ″Destellos de sabiduría″
de Sogyal Rimpoché, Editorial Urano.