El Blog de Don César

Entre la Fe y la Razón

Por los años en que el excelso Buda habitaba todavía la Tierra y prodigaba a sus fieles la luz del conocimiento ─como dice Stephan Zweig en uno de sus relatos─ habitaba en el reino de Kosala, en el pueblo de Kesamutta, una comunidad que la tradición recuerda como los kalamas.

Kesamuta estaba enclavado en un cruce de caminos. Quiero decir que el poblado era visitado por numerosos viajeros que hacían escala ahí, mientras se dirigían a otros lugares.

Por demás de más está decir que algunos de esos viajeros eran practicantes de muy diversas tradiciones y, obviamente, aprovechaban su estancia para difundir enseñanzas.

Era tal la diversidad de opiniones y de doctrinas con las que los kalamas tenían contacto, que llegó el día en que entraron en un estado de verdadera confusión.

Por esta razón, cuando el Buda visitó el lugar, los kalamas lo abordaron para que les ayudara a resolver sus dudas.

─ ¡Venerable señor! ─clamaron─. Muchos monjes y brahmanes visitan nuestro pueblo y exponen y explican sus doctrinas. Y no hacen solamente esto; sino que, además, insultan, desprecian y hacen pedazos las enseñanzas de los demás diciendo que sólo las suyas son valederas.

─ ¡Esto nos causa dudas e incertidumbre! ─continuaron─. ¿Podrías decirnos quiénes hablan con verdad y quiénes mienten?

El Kalama Sutra, que forma parte del Canon pali, y que en Occidente se le conoce como ″el discurso de la libre investigación″, dice que esto fue lo que les contestó el Iluminado:

─ ¡Oh, kalamas! Es normal que la duda y la incertidumbre invadan sus mentes. Yo les recomiendo lo siguiente: No crean en algo sólo porque se ha venido repitiendo muchas veces, ni porque forme parte de una tradición, ni porque aparezca en los textos sagrados, ni porque se los diga un respetado maestro.

─ Analicen todas las propuestas que les hagan ─continuó─. Sopésenlas, reflexionen sobre ellas. Si después de hincarle el diente como se hace con el oro para saber si es auténtico; si descubren por ustedes mismos que lo que se les dice es algo malo, censurable, destructivo; si su práctica conduce a la infelicidad y al infortunio, deséchenlo, abandónenlo.

─ Pero si, en cambio ─continuó─, notan que la enseñanza es noble, sana, constructiva, edificante, irreprochable; si la puesta en práctica de la propuesta conduce al beneficio y a la felicidad, abracen la doctrina y llévenla a las alforjas de su fe y de sus creencias.

COMENTARIO: Lo que el Buda respondió a los kalamas es uno de los textos que mejor explican el sentido que el concepto fe tiene para los budistas. Nosotros, los occidentales, imbuidos como estamos en la tradición judeocristiana, tenemos bien fija en la mente la idea de que, aunque las propuestas que nuestra religión nos haga no resistan el más somero de los análisis, la fe basada en una creencia respetuosa y solemne, nos mueve a tomarlas como válidas.

Esto no quiere decir que los budistas coloquen a la fe en un plano inferior. Lo que los seguidores del Buda hacen es: llevan a su mente todo tipo de enseñanzas, las pasan por el tamiz del raciocinio, les aplican toda la fuerza que su capacidad de discernimiento es capaz, y entonces ─sólo entonces─ las incorporan a su bagaje espiritual.

Este texto fue redactado con base en las ideas que sobre el tema aparecen en la página web de Wikipedia y otras lecturas alusivas.